PAGINA EN CONSTRUCCIÓN...

PUNTADA CON HILO, COMUNICACIÓN DE MUJERES, fue un periódico en papel que circuló en los años '90. Nos definimos feministas y "con perspectiva de clase".

Salíamos mensualmente en todo chile, también llegábamos a otros países latinoamericanos. A organizaciones de base, tanto de mujeres como mixtas, llegábamos sin costo alguno o hacíamos un trato: una sola suscripción a cambio de varios ejemplares cada mes. Las ONGs e instituciones en cambio debían pagar sus suscripciones completas.

PUNTADA CON HILO se destacaba por un lenguaje directo, cercano, claro y por manejar como sus fuentes primarias los testimonios de las propias mujeres, sus experiencias, sus formas de evaluar los acontecimientos políticos y sociales, sus denuncias, sus ideas y elaboraciones políticas y culturales. Las "autoridades" en diversas materias, no pasaban de ser un apoyo secundario -tal como las estadísticas e informes oficiales-.

Denunciamos la falsedad de la llamada "vuelta a la democracia", las manipulaciones de los partidos políticos, rechazamos la instrumentalización de la lucha popular que hicieron -y hacen- la mayoría de las ONGs e instituciones -con honrosas excepciones-. Destacamos el feminismo popular, la mirada de clase y nos esforzamos por no caer en la sobreideología que daña -desde nuestra perspectiva- las luchas sociales. Hablamos mucho desde lo íntimo y desde los procesos que hacemos las mujeres en lo personal que es lo que realmente -estamos seguras- construye lo político cuando hay organización.

sábado, 31 de agosto de 2013

WALLMAPU A 40 AÑOS : TE RECUERDO MARTA


Te recuerdo Marta
“Vino del Mar”
Vino del mar

envuelta en agua azul,
la trajo el viento del más allá,
dormida en las
olas de espuma y sal
sobre su propia herida mortal.

Patricio Manns
(12 de septiembre de 1976, Playa La Ballena)

Pronto se cumplirán cuatro décadas desde el fatídico golpe cívico militar que tiñó de sangre nuestra historia, y aquí estamos los que no olvidamos.  Provistos de claveles, venimos a rendir homenaje a las compañeras y compañeros desaparecidos, a los que como Marta fueron arrojados al mar, desde donde ella emergió junto a la Verdad y desde donde quiero invitarlos a un viaje a la Memoria.

Marta Lidia Ugarte Román era miembro del Comité Central del Partido Comunista y fue detenida por agentes de la DINA el 9 de septiembre de 1976.  Sus aprehensores la condujeron a lo que se denominaba “La Torre” en el centro de prisioneros Villa Grimaldi, principal cuartel operativo de la DINA, y más tarde sabríamos de su paso por el también clandestino cuartel Simón Bolívar, siendo en ambos lugares brutalmente torturada.

Sólo unos días más tarde, el 12 de septiembre de ese mismo año, su cuerpo apareció en Playa La Ballena, entre las localidades costeras de Los Vilos y Los Molles.  Su columna se encontraba fracturada, presentaba traumatismos abdominales varios, ruptura y estallido de hígado y bazo, luxación de hombros y caderas, además de una fractura en su antebrazo derecho.  Lo que habla de la brutalidad con la que actuaron sus captores.

El autor material de su muerte, fue el agente de la DINA Cristián Álvarez Morales.  En terrenos del ejército en Peldehue, Álvarez participaba de uno de los tantos operativos secretos con los que, mediante sobrevuelos de helicópteros Puma, se arrojaron los cuerpos de cientos de chilenos al mar.  Todo transcurría en forma “rutinaria”, cuando éste se percató que uno de los sacos se movía pese a la inyección letal administrada por la enfermera militar, Gladys Calderón.  Abrió rápidamente el costal, cortó parte de los alambres con los que Marta iba atada y, con total sangre fría, la estranguló.

Las órdenes en este operativo fueron entregadas por el capitán de Ejército Germán Barriga Muñoz, jefe de la Brigada Lautaro en el cuartel Simón Bolívar, conocido como “Don Jaime”.  Tras una acción de la Comisión FUNA para evidenciar los múltiples crímenes en los que participó, Barriga se suicidó el 16 de enero de 2005 arrojándose desde un edificio en Providencia.

La aparición del cuerpo de Marta fue presentado como un crimen pasional, esto con la ayuda cómplice de los periodistas Pablo Honorato (en ese entonces en LUN) y Beatriz Undurraga (El Mercurio), esta última también funada en dependencias de diario periódico al constatarse que había girado boletas de honorarios a empresas que luego -en procesos judiciales seguidos por crímenes de la dictadura- se supo eran utilizadas para las operaciones de la DINA. 

Bajo el titular “Asesinada hermosa joven”, la nota hablaba de una mujer de 23 años (Marta tenía 42) supuestamente muerta por razones amorosas.  Ello, no obstante a que Undurraga estuvo en presencia del cuerpo, y a que éste aún conservaba un alambre alrededor de su cuello.  Años más tarde, el Tribunal de Ética del Colegio de Periodistas la condenó por esta conducta que la hace cómplice y atentan contra la ética profesional, así como por su participación en el encubrimiento de la Operación Colombo junto a otros varios periodistas que sirvieron al régimen miliar.

El cuerpo de Marta no fue encontrado en la Bahía de Quinteros, pero si los rieles que más tarde, y al igual que ella, surgieron desde las profundidades del mar para convertirse en testimonio de los crímenes que sus perpetradores creyeron ocultar en sus aguas.

El 20 de julio de 2004, precisamente en la causa por el homicidio de Marta Ugarte, el entonces juez Juan Guzmán procesó por “obstrucción a la justicia” a cinco miembros del Comando de Aviación del Ejército (los suboficiales Juan de Dios González Dubó, René Meier Chávez, Sergio Castro Cano, Marco Cáceres Rivera y Rigoberto Saavedra Navarro), por el conocimiento no confeso que tenían de estos hechos y de la práctica de desaparición en el mar aplicada por la dictadura.

Fue en tiempos de esta misma investigación cuando pescadores de esa bahía encontraron vestigios de rieles de ferrocarril a los que eran amarrados en sacos los prisioneros, para que estos actuaran como anclas y llevaran los cuerpos al fondo del mar.  Los que una vez cerrada la causa, fueron entregados por Guzmán al ahora Sitio de Memoria Villa Grimaldi donde son expuestos, precisamente en el mismo lugar donde Marta estuvo prisionera.

No hay Verdad que pueda ser ocultada por siempre, ni responsabilidades que cesen de perseguidas, el caso de Marta y de varios otros chilenos y chilenas cuyos cuerpos han sido identificados, dan prueba de ello.  No obstante la Justicia ha ido lenta, y no sin tropiezos, producto de la negativa de los uniformados que participaron de estas desapariciones para entregar información sobre el destino final de los cuerpos. 
Hace un tiempo escuché un testimonio en el Puerto de San Antonio, durante el lanzamiento del libro “La Danza de los Cuervos” del periodista Javier Rebolledo, que demuestra como hasta hoy los culpables de estos crímenes extreman medidas para tratar de ocultar la Verdad.  Uno de los asistentes contó que un guardia de seguridad del lugar donde trabaja, que era conscripto en tiempos del golpe, le señaló que todos los años se organiza una reunión a la que son invitados junto a varios de sus compañeros del servicio militar en esos años, con gastos pagados y siempre en distintos puntos del país, para “fortalecer las confianzas” y evitar la confesión, en algunos de los juicios a los que pudieran ser llamados a declarar.
Es cierto que sin Verdad, no hay Justicia.  ¿Pero de qué nos sirve la Verdad, incluso la Justicia, sin la Memoria que evita que este tipo de delito vuelvan a repetirse?  Esa Memoria repleta de rostros y nombres, que esperan por ser encontrados.  

Hoy soy en Marta Ugarte.  Hoy soy un 119.  Hoy soy uno de los tantos compañeros y compañeras que encontraron en el mar, u otro lugar que aún desconocemos, el inicio de una existencia que no perece.


NI PERDÓN, PERO SOBRE TODO, NO OLVIDO

No hay comentarios:

Publicar un comentario